2 Samuel 18. La muerte de Absalón
Léase por favor 2 Samuel 18
Veo dos contrastes bien interesantes en el principio de este capítulo. El primero tiene que ver con el hombre recién llegado para seguir a David con seiscientos hombres, Itai geteo (procediendo de Gat, ciudad filistea, de donde era Goliat.) Recordamos sus palabras del capítulo 15:21 “respondió Itai al rey, diciendo: Vive Dios, y vive mi señor el rey, que o para muerte o para vida, donde mi señor el rey estuviere, allí estará también tu siervo.” Esta fidelidad genuina fue recompensada muy pronto con un puesto de general al lado de los dos hermanos, Abisai y Joab; “Y envió David al pueblo….y una tercera parte al mando de Itai geteo.”
Me vuelve a la memoria como David había fingido fidelidad al rey filisteo Aquis. 1 Samuel 29:1-5 “Los filisteos juntaron todas sus fuerzas en Afec…Y cuando los príncipes de los filisteos pasaban revista a sus compañías de a ciento y de a mil hombres, David y sus hombres iban en la retaguardia con Aquis. Y dijeron los príncipes de los filisteos: ¿Qué hacen aquí estos hebreos? Y Aquis respondió a los príncipes de los filisteos: ¿No es este David, el siervo de Saúl rey de Israel, que ha estado conmigo por días y años, y no he hallado falta en él desde el día que se pasó a mí hasta hoy? Entonces los príncipes de los filisteos se enojaron contra él, y le dijeron: Despide a este hombre, para que se vuelva al lugar que le señalaste, y no venga con nosotros a la batalla, no sea que en la batalla se nos vuelva enemigo; porque ¿con qué cosa volvería mejor a la gracia de su señor que con las cabezas de estos hombres?” Seguro tenían razón los príncipes de los filisteos pues David había engañado a Aquis, pretendiendo fidelidad solo por protegerse de Saúl, caminando en su incredulidad, desconfiado en Jehová estos meses que estaba con los filisteos. La lección por nosotros es esto, que solo Dios conoce el corazón y con su palabra revela lo que hay allí. “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.” Hebreos 4:12 Viendo este evento del lado profético volvemos a mencionar como la fe sobresaliente en el mesías Jesucristo se va a manifestar entre los gentiles, viejos enemigos de los judíos, durante la predicación del evangelio del reino en el día de la tribulación.
La segunda cosa que me interesa es comparar el amor del pueblo por David con el odio de Ahitofel contra David. Dijo Ahitofel “mataré al rey solo. Así haré volver a ti todo el pueblo (pues tú buscas solamente la vida de un hombre).” 2 Samuel 17:2-3 El pueblo en nuestro capítulo proclama de David “aunque la mitad de nosotros muera, no harán caso de nosotros; mas tú ahora vales tanto como diez mil de nosotros.” ¿No nos trae a la memoria las palabras de los Cantares de Salomón? “Mi amado es blanco y rubio, señalado entre diez mil… Su paladar, dulcísimo, y todo él codiciable. Tal es mi amado, tal es mi amigo, oh doncellas de Jerusalén.” Cantares 5:10-16 ¿Hay esta respuesta de amor en nuestros corazones hoy día, reflexionando sobre el precio que nuestro Señor Jesús pagó por nuestra redención?
“Y el rey mandó a Joab, a Abisai y a Itai, diciendo: Tratad benignamente por amor de mí al joven Absalón.” ¿Qué podemos decir aquí acerca de este mandamiento de David? ¿Qué pensaba hacer este padre débil con su hijo asesino, incestuoso, que había fornicado con las concubinas de su padre? Es difícil saber cómo interpretar estas palabras de David, pero también quizás vemos en esto algo de la longanimidad de Dios por el hombre vil. No olvidamos como Pedro predicaba en el día de Pentecostés a las mismas personas que hace poco habían crucificado al rey de la gloria. “Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo. Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos? Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo. Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare. Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación.” Hechos 2:36-40
Pero el juicio, no el arrepentimiento, esperaba a Absalón. “e iba Absalón sobre un mulo, y el mulo entró por debajo de las ramas espesas de una gran encina, y se le enredó la cabeza en la encina, y Absalón quedó suspendido entre el cielo y la tierra; y el mulo en que iba pasó delante.” No menciona aquí directamente su cabello, pero nos parece probable que lo que era el orgullo de Absalón llegó a ser el motivo de su destrucción. “Absalón; desde la planta de su pie hasta su coronilla no había en él defecto. Cuando se cortaba el cabello… pesaba el cabello de su cabeza doscientos siclos de peso real.” 2 Samuel 14:25 Así una y otra vez el hermano de Absalón, Salomón nos hace recordar en los Proverbios “Antes del quebrantamiento es la soberbia, y antes de la caída la altivez de espíritu.”
El fin de Absalón era feo. “Tomando después a Absalón, le echaron en un gran hoyo en el bosque, y levantaron sobre él un montón muy grande de piedras; y todo Israel huyó, cada uno a su tienda. Y en vida, Absalón había tomado y erigido una columna, la cual está en el valle del rey; porque había dicho: Yo no tengo hijo que conserve la memoria de mi nombre.” Acaso en este dicho de Absalón vemos una cosa humana que aumentaba la amargura de espíritu en Absalón contra Jehová pues leemos “Y le nacieron a Absalón tres hijos, y una hija que se llamó Tamar.” 2 Samuel 14:27 Aparentemente estos tres hijos su murieron pequeños, acaso la voz de Jehová hablándole al corazón de Absalón de la maldad de su senda. Pero en vez de producir arrepentimiento, producía una amargura de espíritu y odio por su padre. Que el Señor nos ayude que los sufrimientos de esta vida produzcan en nosotros una humildad y confianza en el Señor de su amor y soberanía, y no una rebelión como vemos en Absalón.
Su hermano solo por gracia, Felipe Fournier