2 Samuel 14 Joab, el hombre astuto, ambicioso, pero sin fe.
Léase por favor 2 Samuel 14
Hemos visto varias veces antes a Joab, el hombre que desde el principio había buscado con una ambición sin límites el lugar de ser “generalísimo.” Pensaba no solo tener el lugar de líder principal de los ejércitos de Israel, sino de manejar a David el rey, aunque se daba cuenta que le era imposible tomar el lugar de ser rey el mismo.
¿Qué clase de ambición nos conviene como cristianos? El libro de Proverbios usa la palabra en ingles “diligente” seis veces, aunque en el español, se usa también la palabra “solicito”. Citamos dos versículos que nos dan la idea; “El alma del perezoso desea, y nada alcanza; Mas el alma de los diligentes será prosperada.” Proverbios 13:4 “¿Has visto hombre solícito en su trabajo? Delante de los reyes estará; No estará delante de los de baja condición.” Proverbios 22:29 Estos versículos nos enseñan cosas buenas y prácticas para la vida en general. También nos enseña el nuevo testamento “Porque también cuando estábamos con vosotros, os ordenábamos esto: Si alguno no quiere trabajar, tampoco coma. Porque oímos que algunos de entre vosotros andan desordenadamente, no trabajando en nada, sino entremetiéndose en lo ajeno. A los tales mandamos y exhortamos por nuestro Señor Jesucristo, que trabajando sosegadamente, coman su propio pan. Y vosotros, hermanos, no os canséis de hacer bien.” 2 Tesalonicenses 3:11-13 Así vemos claramente que se nos espera trabajar con diligencia en la vida secular y no ser flojos o perezosos. Pero el balance es importante como vemos una y otra vez en el nuevo testamento. “Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad.” Filipenses 2:12-13 “Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma.” 2 Juan 2 ¿Qué clase de ambición hay en nosotros? ¿Hay la ambición de prosperar espiritualmente, de ser diligente en las cosas celestiales? ¿O solo hay ambición para prosperar económicamente?
En Joab vemos la ambición desenfrenada y sin estar relacionada con la fe. Buscaba no solo el lugar más alto en el ejército, sino el control sobre el rey David. Mientras se guardaba el secreto de la maldad del rey relacionado con su grave pecado de adulterio y homicida, quedaba con este control. Pero cuando David confesaba su pecado y todo el mundo conocía el feo secreto, perdió esta ventaja. Se ve como intentaba ejercitar el control otra vez en el capítulo y lo que dijo en el capítulo 12:27-28 “Entonces envió Joab mensajeros a David, diciendo: Yo he puesto sitio a Rabá, y he tomado la ciudad de las aguas. Reúne, pues, ahora al pueblo que queda, y acampa contra la ciudad y tómala, no sea que tome yo la ciudad y sea llamada de mi nombre.” ¿Desde cuándo amenaza el general al rey con tal cosa? Una cosecha amarga está agarrando David después de haber tenido la imprudencia de poner a su sobrino ambicioso sobre el ejército. A mi pensar, David hubiera hecho mucho mejor poniendo Abisai, el hermano de Joab, como general pues a pesar de ser Abisai un soldado semejante a su hermano en cuanto su temperamento, era uno que de veras amaba a David y era un hombre de fe, pero esto es una historia por otro día.
Continuando de contemplar este estudio tan humano del carácter y defectos del rey, vemos el ultimo versículo del capítulo 13; “Y David lloraba por su hijo todos los días.” Cual hijo, Amnón o Absalón no sabemos, pero imagino yo que era Amnón, dado lo que sigue en el verso 39. “Y el rey David deseaba ver a Absalón; pues ya estaba consolado acerca de Amnón, que había muerto.” Si lloraba David acerca de su pecado y acerca de su muerte no sabemos, pero temo yo que era más bien su muerte, pues acerca de su pecado de violación de su hermana nada más se había enfadado como vimos la semana pasada. Mucho mejor hubiera sido sus lágrimas por su pecado de Amnón y por sus flaquezas de David como padre de haber fallado tanto en su propia vida con su disciplina de sus hijos. ¿Qué clase de disciplina merecía Absalón, el asesino? Números 35:33 hubiera enseñado a David la respuesta según la ley de Jehová. “Y no contaminaréis la tierra donde estuviereis; porque esta sangre amancillará la tierra, y la tierra no será expiada de la sangre que fue derramada en ella, sino por la sangre del que la derramó.” Este juicio rectamente David había ejecutado sobre los malvados que mataron a Isboset. “Y David respondió a Recab y a su hermano Baana, hijos de Rimónbeerotita, y les dijo: Vive Jehová que ha redimido mi alma de toda angustia, que cuando uno me dio nuevas, diciendo: He aquí Saúl ha muerto, imaginándose que traía buenas nuevas, yo lo prendí, y le maté en Siclag en pago de la nueva. ¿Cuánto más a los malos hombres que mataron a un hombre justo en su casa, y sobre su cama? Ahora, pues, ¿no he de demandar yo su sangre de vuestras manos, y quitaros de la tierra? Entonces David ordenó a sus servidores, y ellos los mataron…” 2 Samuel 4:9-12
Pero era su hijo; somos ciegos nosotros también tocante a nuestra familia o amigos cercanos. ¡Cuántas veces he visto como la relación familiar perjudica el juicio cabal! Especialmente cuando tiene que ver con la disciplina en la asamblea, es la tendencia de uno mismo siempre defender al familiar o amigo cercano cuando algo han hecho para merecer la disciplina. Buscamos mil excusas para su conducta. Esta debilidad en David detectaba bien Joab, y veía la forma de volver a controlar a David a través de su defecto como padre inepto para disciplinar a sus hijos. Absalón había refugiado con su abuelo materno, uno Talmai de las naciones que Israel por su flaqueza espiritual no había destruido. David había desobedecido la escritura en cuanto su matrimonio con la mama de Absalón. “Por tanto, no harás alianza con los moradores de aquella tierra; porque fornicarán en pos de sus dioses, y ofrecerán sacrificios a sus dioses, y te invitarán, y comerás de sus sacrificios; o tomando de sus hijas para tus hijos…” Éxodo 34:15-16 Se acuerda como Abraham había enviado a su siervo para buscar esposa para Isaac, no de las hijas de la tierra. Genesis 24
¿Tendrá esta cadena de pecados algún fin? ¡Qué bueno que sabemos que si pues me anima mucho lo escrito en Juan 1! “El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.”
Su hermano solo por gracia, Felipe Fournier