1Sam 12 El ejercicio y arrepentimiento de David

Categoría de nivel principal o raíz: Antiguo Testamento
posted by: F Fournier

2 Samuel 12 El ejercicio y arrepentimiento de David

Léase por favor 2 Samuel 12, Salmo 32 y 51

 

“Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia; conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones. Lávame más y más de mi maldad, y límpiame de mi pecado.”  Salmo 51:1-2

 

 “Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado. Bienaventurado el hombre a quien Jehová no culpa de iniquidad, y en cuyo espíritu no hay engaño.”  Salmo 32:1-2

 

“Aconteció que cuando ya el rey habitaba en su casa, después que Jehová le había dado reposo de todos sus enemigos en derredor, dijo el rey al profeta Natán: Mira ahora, yo habito en casa de cedro, y el arca de Dios está entre cortinas.”  2 Samuel 7:1-2

 

Empezamos nuestro estudio esta semana meditando sobre el pecado y sus consecuencias en la vida de un cristiano.  No hablamos del pecado que lleva uno al infierno; eso sí veíamos en Saul y en los hijos de Eli en 1 Samuel.  Pero estamos aquí en nuestro capítulo viendo a Jehová trabajando por su Espíritu en el corazón de uno de los suyos quien había pecado gravemente, culpable de codicia, adulterio, engaño y por fin, homicida.  Citamos el versículo de Salmo 32 que viene en el primer versículo del capítulo, pero como en muchos casos en los Salmos, los primeros versículos anticipan el fin del salmo.   Pues en Salmo 32 y 51 vemos las agonías de alma por los cuales David pasaba, sin haber confesado su pecado.   El tiempo parece ser todo el tiempo del embarazo de Betsabé.  Durante este tiempo, David era atormentado por su pecado, que a su vista se había cubierto con sus maniobras.  Pero no fue un tiempo agradable por David, a pesar de haber logrado el objetivo de tener a la mano la mujer bella que codiciaba.  Su estado de ánimo nos cuenta Salmo 32más adelante; “Mientras callé, se envejecieron mis huesos en mi gemir todo el día. Porque de día y de noche se agravó sobre mí tu mano; se volvió mi verdor en sequedades de verano. Selah.”  Casi se puede sentir la angustia de David con estos pecados sobre su pecho, acaso tratando de justificarse en su propio corazón, pero no fue posible.  De noche se le fue su sueño; yacía sobre su cama con su espíritu y conciencia atormentado.

 

Acaso en esta época se le vino a la mente el mal espíritu que venía sobre su enemigo Saul, en cuya presencia había tocado el arpa con fin de aliviar una fuerte depresión que afligía a Saul, por su desobediencia a Jehová.  “El Espíritu de Jehová se apartó de Saúl, y le atormentaba un espíritu malo de parte de Jehová.” 1 Samuel 16:14 Pero Saul era un hombre según la carne y David un hijo de Dios por fe.  Así el mal espíritu que lo atormentaba a David era su propia conciencia que le decía su pecado tan enorme.  Pero reusaba confesárselo y mientras, sufría las agonías de día y de noche.  Podemos decir que fue grande la misericordia de Jehová que le envió el profeta Natán otra vez a David con su parábola que por provocaba en David su confesión “Entonces dijo David a Natán: Pequé contra Jehová.”  La parábola de Natán le chocaba con las emociones de David, pues al ver el pecado hecho por otro (aunque era una parábola) no fue difícil por David.  “Entonces se encendió el furor de David en gran manera contra aquel hombre, y dijo a Natán: Vive Jehová, que el que tal hizo es digno de muerte. Y debe pagar la cordera con cuatro tantos, porque hizo tal cosa, y no tuvo misericordia.”  De ver la maldad en otros no toma mucha dificultad ni tampoco mucho entendimiento espiritual.  De verlo en uno mismo, es mucho más difícil.

 

“Y vino uno de camino al hombre rico; y éste no quiso tomar de sus ovejas y de sus vacas, para guisar para el caminante que había venido a él, sino que tomó la oveja de aquel hombre pobre, y la preparó para aquel que había venido a él.”  ¿Quién es el hombre caminante en la historia que venía por el camino?  Es el deseo carnal, el pecado secreto que puede ser diferente por cada cual, y no necesariamente como era en David, el deseo de adulterar con una mujer que no era su esposa.  Puedo mencionar algunos ejemplos, pero no lo veo necesario.  Cada uno de nosotros conocemos cual cosa es que nos tropieza más que otra cosa.  David no tardaba en pronunciar sentencia sobre el rico; “dijo a Natán: Vive Jehová, que el que tal hizo es digno de muerte, y debe pagar la cordera con cuatro tantos, porque hizo tal cosa, y no tuvo misericordia.”  ¿Qué impacto entonces la historia cuando escuchaba las palabras de Natán “Tú eres aquel hombre”?

 

Citando el versículo de Salmo 32 vemos la respuesta “No seáis como el caballo, o como el mulo, sin entendimiento, que han de ser sujetados con cabestro y con freno, porque si no, no se acercan a ti.”  David en este salmo está reconociendo como había sido como el mulo, tratando de evitar las acusaciones de su conciencia cuando pasaba las noches sin dormir.  ¡Qué grande fue su alivio cuando pronunciaba las palabras del Salmo 51 y 32! “Porque yo reconozco mis rebeliones, y mi pecado está siempre delante de mí. Contra ti, contra ti solo he pecado, y he hecho lo malo delante de tus ojos.” “Mi pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad. Dije: Confesaré mis transgresiones a Jehová; Y tú perdonaste la maldad de mi pecado. Selah”

 

Acaso digamos que David había pecado contra Urías heteo más que contra Dios.  ¿Por qué entonces dijo “¿Contra ti, contra ti solo he pecado…”?  Pienso que era el reconocimiento que el pecado es contra Dios primero que todo.  El hombre carnal puede confesar cuando haya pecado contra su prójimo.  Pero de ver el pecado contra Dios requiere un entendimiento de la responsabilidad del hombre para con Dios.  Esto es lo más importante.  Que su pecado iba a tener consecuencias era cierto, pero a la vez, el perdón de Dios era gran cosa por David.  “Y Natán dijo a David: También Jehová ha remitido tu pecado; no morirás. Mas por cuanto con este asunto hiciste blasfemar a los enemigos de Jehová, el hijo que te ha nacido ciertamente morirá.”

 

David no sabía cómo Jehová podía así remitir su pecado.  Nosotros sí sabemos, pues la muerte en la cruz del Calvario solucionaba la cuenta nuestra justamente en los ojos de Dios.   ¡Reflexionemos, mis amados hermanos en Cristo, sobre esta verdad mientras hoy día honramos a nuestro Señor Jesús, recordándolo en su muerte!

Su hermano solo por gracia, Felipe Fournier