1 Samuel 23b El carácter del mundo visto en los de Zif
Léase por favor 1 Samuel 23:19-29, Salmo 54
Meditamos la semana pasada sobre los habitantes ingratos de Keila que, después de ser librados de los filisteos por la mano poderosa de Jehová por su siervo David, estaban dispuestos de entregarlo en la mano de Saúl. Así el mundo, protegido de maldad por la mano de Dios, no le rinde su agradecimiento, sino hablan de “buena suerte.” Pero en el fin del capítulo 23, vemos algo aún más triste.
“Después subieron los de Zif para decirle a Saúl en Gabaa: ¿No está David escondido en nuestra tierra en las peñas de Hores, en el collado de Haquila, que está al sur del desierto? Por tanto, rey, desciende pronto ahora, conforme a tu deseo, y nosotros lo entregaremos en la mano del rey.” ¡Qué clase de comportamiento es este! Las mujeres habían alabado a David después de la muerte del filisteo (Saúl hirió a sus miles, y David a sus diez miles). Pero el rey actual con el poder para hacer algo por ellos no era David, sino Saúl. Que David sentía en la profundidad de su corazón esta clase de traición sabemos por el título de Salmos 54. “Al músico principal; en Neginot. Masquil de David, cuando vinieron los zifeos y dijeron a Saúl: ¿No está David escondido en nuestra tierra?”
Este es la manera de trabajar de los políticos de este mundo. No hay forma de profundizar la maldad y egoísmo que existe en el corazón humano para buscar lo suyo. La ley decía “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” Mateo 22:39. Pero el hombre ama a sí mismo y busca el beneficio de sí mismo, no de su prójimo. No era un secreto que David era el rey escogido de Dios. ¿Por qué entonces estos harían tal cosa, prometer a Saúl entregar a David en su mano? Sin duda porque pensaba que Saúl les iba a otorgar algún beneficio o premio por su conducta. Así el político corrupto no le falta espías para denunciar a su competencia y ayudantes para mantenerse su poder.
Que David sentía en su corazón esta infidelidad vemos en el Salmo. “Porque extraños se han levantado contra mí, y hombres violentos buscan mi vida; No han puesto a Dios delante de sí. Selah.” Saúl, en su estado tan degradado, responde a esta gente mala con una bendición. “Y Saúl dijo: Benditos seáis vosotros de Jehová, que habéis tenido compasión de mí. Id, pues, ahora, aseguraos más, conoced y ved el lugar de su escondite, y quién lo haya visto allí; porque se me ha dicho que él es astuto en gran manera.” ¿Era David “astuto en gran manera”? ¿Valía la bendición de un hombre tan lejos de Jehová? David, en su angustia, decía “Oh Dios, sálvame por tu nombre, y con tu poder defiéndeme. Oh Dios, oye mi oración; escucha las razones de mi boca.” Salmo 54:1-2 Me hace pensar de las palabras del presidente de los Estados Unidos Abraham Lincoln (en su segundo discurso al ser elegido por la segunda vez), después de cuatro años de guerra civil y la muerte de miles de ciudadanos; “Ambos lados leen la misma Biblia y oran al mismo Dios, y cada uno invoca Su ayuda contra el otro. Puede parecer extraño que cualquier hombre se atreva a pedir la ayuda de un Dios justo para repartir su pan del sudor de los rostros de otros hombres (se refiere a los esclavos), pero no juzguemos, que no seamos juzgados. Las oraciones de ambos no podían ser contestadas... El Todopoderoso tiene Sus propios propósitos.” El presidente maravillaba ver una gente tan decidida mantener a sus semejantes en esclavitud, invocando al Señor para ayudarles en tal cosa, pero a la vez se daba cuenta que Dios tenía sus propios propósitos. ¿Era posible que Dios bendijera a los ingratos que entregarían al hombre según el corazón de Dios? ¿Podía Dios bendecir a los enemigos de David? No creo, así David dice “hombres violentos buscan mi vida; No han puesto a Dios delante de sí.”
David podía decir en el mismo Salmo 54 “He aquí, Dios es el que me ayuda; El Señor está con los que sostienen mi vida.” Sus discípulos fieles de David, estos cuatrocientos hombres, cada uno con su desgracia, eran los de los cuales David decía “El Señor está con los que sostienen mi vida.” No mucho tiempo después, el mismo Saúl iba a tener que confesar “Estoy muy angustiado, pues los filisteos pelean contra mí, y Dios se ha apartado de mí, y no me responde más, ni por medio de profetas ni por sueños.” Veremos, Dios mediante la semana que viene, ¡que Saúl salió en busca de David con tres mil hombres! Un hombre confiando en Dios no necesita tantas personas para buscar a un hombre, al menos que se da cuenta que está Dios en su contra.
F Fournier