1 Samuel 23a David y el hombre caprichoso
Léase por favor 1 Samuel 23
Vemos en este capítulo algo que nos revela el corazón humano en su capacidad para ingratitud y traición. La fe de David y su confianza en Jehová nos anima mientras vemos en el amigo amado Jonatán cierto aspecto de tragedia en la entrevista en este capítulo, acaso el último entre estos dos amigos que fueron juntados en tal forma tan distinta.
“Dieron aviso a David, diciendo: He aquí que los filisteos combaten a Keila, y roban las eras. Y David consultó a Jehová, diciendo: ¿Iré a atacar a estos filisteos? Y Jehová respondió a David: Ve, ataca a los filisteos, y libra a Keila.” ¿No era el trabajo del rey actual combatir contra los enemigos de Israel? Hasta los mismo fieles de David le preguntaron “para que” cuando vieron su propósito de defender a Israel de los filisteos. “He aquí que nosotros aquí en Judá estamos con miedo; ¿cuánto más si fuéremos a Keila contra el ejército de los filisteos?” David no insultaba ni le faltaba de hacer caso de los miedos de sus seguidores y así volvió a pedir consejos de Jehová. Es bien bonito ver la comunión de David con su Dios. Era una confianza que venía por su vida de sufrimiento, conociendo el apoyo de Jehová en los peores de las circunstancias. Los Salmos nos revelan los pensamientos y meditaciones más profundos de su corazón en esta época de su vida. El Salmo 57 es muy elocuente cuando pensamos de las aflicciones que pasaba David mientras escribía este Salmo. “Mi vida está entre leones; estoy echado entre hijos de hombres que vomitan llamas; sus dientes son lanzas y saetas, y su lengua espada aguda. Exaltado seas sobre los cielos, oh Dios; sobre toda la tierra sea tu gloria.” Debe de ser una lección por nosotros, tan dados que somos para siempre buscar evitar las aflicciones de la vida. Es por ellas mismas que disfrutamos el dulce conocimiento del Dios de toda consolación. “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios.” 2 Corintios 1:3-4
“Y fue dado aviso a Saúl que David había venido a Keila. Entonces dijo Saúl: Dios lo ha entregado en mi mano, pues se ha encerrado entrando en ciudad con puertas y cerraduras…” ¡Que triste es ver cómo es hombre había desviado tan lejos de Jehová que pensaba que Dios le iba ayudando en su loca persecución de David! El hombre lejos de Dios no entiende los propósitos de Dios en cuanto su pueblo. Así Saúl de Tarso confesaba “Yo ciertamente había creído mi deber hacer muchas cosas contra el nombre de Jesús de Nazaret; lo cual también hice en Jerusalén. Yo encerré en cárceles a muchos de los santos…” Hechos 26:9-12 Así la promesa del Señor Jesús a sus discípulos en sus últimas palabras con ellos antes de ir a la cruz; “Estas cosas os he hablado, para que no tengáis tropiezo. Os expulsarán de las sinagogas; y aun viene la hora cuando cualquiera que os mate, pensará que rinde servicio a Dios. Y harán esto porque no conocen al Padre ni a mí.” Juan 16:1-3
Ahora, quizás maravillamos al carácter revelado de los que disfrutaron de la mano poderosa de David apoyado por Jehová. Dos veces David preguntaba a Jehová acerca de los habitantes de la ciudad que acababa de librar de sus enemigos los filisteos; “Dijo luego David: ¿Me entregarán los vecinos de Keila a mí y a mis hombres en manos de Saúl? Y Jehová respondió: Os entregarán.” ¡Que traición terrible! ¿Pero no es con el hombre inconverso cada día de su vida? “…que por esto mismo trabajamos y sufrimos oprobios, porque esperamos en el Dios viviente, que es el Salvador de todos los hombres...” 1 Timoteo 4:10
Saúl, por tanto, que decía que Dios estaba de su apoyo, no podía encontrar a David. Pero su hijo Jonatán que de verdad amaba a David no tenía problemas de encontrárselo. “Viendo, pues, David que Saúl había salido en busca de su vida, se estuvo en Hores, en el desierto de Zif. Entonces se levantó Jonatán hijo de Saúl y vino a David a Hores, y fortaleció su mano en Dios.” Jonatán hablaba con fe y confianza acerca del futuro de David. “Y le dijo: No temas, pues no te hallará la mano de Saúl mi padre, y tú reinarás sobre Israel…” Hasta este punto, como siempre desde el día que conocía al joven que venció a Goliat Jonatán veía los planes de Dios para con este su amigo tan amado, el hombre que delante de todo Israel cobarde “puso su vida en su mano” y salió triunfante en su fe en Jehová. Pero lamentablemente vemos el resto de sus palabras; “y yo seré segundo después de ti; y aun Saúl mi padre así lo sabe.” Nos hace pensar de Romanos 8:17 “si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.” ¡Pobre Jonatán! No arriesgaba padecer con David. “Y ambos hicieron pacto delante de Jehová; y David se quedó en Hores, y Jonatán se volvió a su casa.” ¡Ojalá que hubiera quedado en el lugar de rechazo con David!
Terminamos aquí por esta semana. Si la traición de los vecinos de Keila era terrible, la de los de Zif era peor. “Después subieron los de Zif para decirle a Saúl en Gabaa: ¿No está David escondido en nuestra tierra en las peñas de Hores?” Consideramos esto, Dios mediante, la semana que viene.
F Fournier