1Sam 26 Otro encuentro con Saúl

Categoría de nivel principal o raíz: Antiguo Testamento
posted by: F Fournier

1 Samuel 26 Otro encuentro con Saúl

Léase por favor 1 Samuel 26

 

Hace tiempo escuchamos la voz de Saúl llorando y diciendo a David “Más justo eres tú que yo, que me has pagado con bien, habiéndote yo pagado con mal… Jehová te pague con bien por lo que en este día has hecho conmigo.   Y ahora, como yo entiendo que tú has de reinar…”  1 Samuel 24:17-20 ¿Cómo pues, leemos ahora “Vinieron los zifeos a Saúl en Gabaa, diciendo: ¿No está David escondido en el collado de Haquila, al oriente del desierto?  Saúl entonces se levantó y descendió al desierto de Zif, llevando consigo tres mil hombres escogidos de Israel, para buscar a David…”?  Cualquiera hubiera dicho que Saúl estaba arrepentido y que nunca iba a levantar otra vez contra David pues ¿quién puede equivocar de sus palabras “yo entiendo que tú has de reinar”?  Acaso por eso, David se desesperaba en el capítulo siguiente pues “Dijo luego David en su corazón: Al fin seré muerto algún día por la mano de Saúl; nada, por tanto, me será mejor que fugarme a la tierra de los filisteos, para que Saúl no se ocupe de mí…”

 

Vemos en estas dos personas la flaqueza humana que se revela ambos en un inconverso como Saúl tanto en el hombre según el corazón de Dios, David.  La carne del hombre renacido y la carne del hombre muerto en sus pecados son iguales; no puede vivir por fe.  Saúl, en su mente veía que sus esfuerzos contra David habían sido frustrados una y otra vez.  Su crueldad a la familia de los sacerdotes revelaba el odio que quedaba en su corazón.  Su acción de tirar una lanza en contra su propio hijo en su enojo manifiesta un carácter implacable.  Sus lágrimas tan recientes y sus palabras que parecen ser un arrepentimiento profundo, después de todo, eran nada más una emoción pasajera.  Así se prueba lo que dijo Jesús al piadoso fariseo sincero Nicodemo “De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.”  Juan 3:3 Muchos creen, equivocadamente, que esto quiere decir creer en Jesús.  Pero no es así.  La obra del nacimiento nuevo es la obra del Espíritu Santo en el alma, dando vida al alma muerto en sus pecados.  “Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados…”  Efesios 2:1 El muerto en sus pecados puede tener, como Saúl, remordimiento, emoción, y lágrimas que parecen ser reales.  Pero qué bueno que nosotros seguimos leyendo en este mismo capítulo de Efesios 2 “estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús. Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.”

 

Aunque he desviado algo del tema del capítulo nuestro, creo que vale la pena añadir el glorioso versículo de Juan 6:37 “Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera.”  Así no es por nosotros preocuparnos si somos escogidos, si somos el don del Padre al hijo sino aceptar esta gloriosa verdad; si hemos venido a Cristo como nuestro salvador, tenemos la certeza “al que a mi viene, no le echo fuera.”  Aunque nos es imposible reconciliar estas dos verdades, “Dios soberano, el hombre responsable” quedamos con esta paz incambiable “he venido al Hijo, así que la palabra de Dios declara que no me echará fuera, sea como sea mi entendimiento.”

Pero volviendo a nuestro capítulo somos introducidos por la primera vez a otro carácter de suma interés a nosotros, aunque no somos enterados de mucho de su vida.  Su nombre es Abisai y sabemos que es hijo de la hermana de David, Sarvia.  Siendo David el más joven de la familia, pienso yo que sus sobrinos Joab, Abisai y Asael, eran más o menos de su edad de David.  Así eran más compañeros y amigos que sobrinos en su relación con David.  De Asael sabemos bien poco menos que era uno que corría muy rápido por grandes distancias.  Pero de Joab y Abisai aprendemos bastante de sus personas en las historias de la Biblia y podemos decir que compartían una semejanza en su carácter, pero también una diferencia muy grande.  El uno, Abisai, pronto para la ira igual de su hermano, pero en verdad sujeto a David porque lo amaba con un amor sincero, presto a sacrificar su vida por su tío.  En cambio, su hermano, también pronto para la ira, pero ambicioso y egoísta, amaba a sí mismo.  No se sujetaba a David sino actuaba solo con referencia a su propia ambición.  Esta ambición le guiaba a matar a hombres mejores que él. 

 

Pero en nuestro capítulo vemos a Abisai por la primera vez, con el deseo de proteger y vengar a David, pero a la vez sujeto a los mandamientos de David.  El trabajo de irse en la compañía de David al campamento de Saúl era peligroso en extremo.  Saúl tenía tres mil hombres.  David y Abisai andaban con una osadía que enseña nada más una fe profunda en Jehová.  “Entonces David dijo a Ahimelec heteo y a Abisai hijo de Sarvia, hermano de Joab: ¿Quién descenderá conmigo a Saúl en el campamento? Y dijo Abisai: Yo descenderé contigo…”  ¿Dos hombres, aunque era de noche, yendo justo al campamento de Saúl, arriesgando que ni uno de los soldados de Saúl estarían despiertos?   Era loca por cualquier medida menos la fe que sus vidas estaban en la mano de Jehová.  Pero ya tendremos que continuar la semana que viene.

F. Fournier