PRE-REQUISITO IMPRESCINDIBLE PARA APRENDER LA VERDAD
- Un buen estado del alma
Puede que preguntemos: «¿Por qué tantos cristianos simplemente han aceptado todo este estado de cosas que ha surgido por invención humana en la Cristiandad, y se han perdido el orden de Dios establecido en la Biblia para el verdadero culto cristiano?» La respuesta es que hay un requisito preliminar para comprender la verdad. Este prerrequisito importante se encuentra en un estado de alma. Los puntos que siguen son absolutamente necesarios si queremos poseer un estado de alma apto para asimilar la verdad de la Escritura:
1) Una buena disposición a hacer la voluntad de Dios
La Biblia afirma que «El que quiera hacer la voluntad de Dios, conocerá si la doctrina es de Dios, o si yo hablo por mi propia cuenta» (Juan. 7:17). La mayoría de los cristianos, si no todos, quieren conocer la voluntad de Dios para sus vidas. Pero eso no es lo que dice este versículo. Este versículo se refiere a la disposición a hacer la voluntad de Dios, no sólo de conocerla. Muchos cristianos se pasan la vida sin saber cuál es la voluntad de Dios para ellos. Sigue de natural que no conocen Su voluntad acerca de cómo los cristianos deberían reunirse para el culto y el ministerio. La razón para ello es que querer conocer no es suficiente. El conocimiento de la voluntad de Dios se revela a aquellos que están dispuestos a hacer Su voluntad, cueste lo que cueste. Cuando nos comprometemos a hacer la voluntad de Dios, Él nos la da a conocer.
2) Un corazón recto para reconocer la verdad cuando ésta es expuesta.
La Palabra de Dios dice: «Resplandeció en las tinieblas una luz para los rectos» (Salmo. 112:4). Puede que no nos guste la verdad cuando nos es presentada, pero si tenemos un corazón sincero, reconoceremos que es la verdad. Si la verdad nos disgusta, ello sólo demuestra que no vamos en la buena dirección, porque la verdad no duele, excepto cuando debe doler.
3) El ejercicio de alma para aplicarse a aprender la verdad
Se dice que «Esdras había preparado su corazón para inquirir la ley de Jehová y para cumplirla. … Y publiqué ayuno allí junto al río Ahava, para afligirnos delante de nuestro Dios, para solicitar de él camino derecho para nosotros, y para nuestros niños, y para todos nuestros bienes» (Esdras. 7:10; 8:21, RVR). Debemos hacer lo mismo. Debe haber diligencia en la búsqueda de la verdad escudriñando la Palabra de Dios (Hechos. 17:11). En el libro de Apocalipsis, el apóstol Juan tuvo que «tomar» el «librito» que contenía la verdad de los designios de Dios acerca de Cristo y de Su heredad en la tierra, si lo quería. Lo había pedido, pero el ángel le contestó que ello no era suficiente: «Toma, y cómetelo entero» (Ap. 10:9). Esto nos muestra que la verdad no se da de manera automática a aquellos que meramente la piden, sino más bien a aquellos que tienen la energía espiritual para «tomarla». Sencillamente, desear no es suficiente. «El alma del perezoso desea mucho, y nada alcanza» (Proverbios. 13:4). Se precisa de diligencia. Pablo dijo a Timoteo: «Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que traza rectamente la palabra de verdad» (2 Timoteo. 2:15). También se refirió a «las palabras de la fe y de la buena doctrina» que Timoteo necesitaba seguir «estrictamente» (1 Timoteo. 4:6, cp. V.M.). Y añade: «Ocúpate en estas cosas; permanece en ellas, para que tu aprovechamiento sea manifiesto a todos. Ten cuidado de ti mismo y de la enseñanza; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te escuchen» (1 Timoteo. 4:15-16). Por lo general, en la actualidad hay una triste falta de estudio personal de las Escrituras. Algunos cristianos sólo reciben alimento espiritual para sus almas mediante el llamado pastor de su iglesia o por lo que oyen por radio. No es probable que esos ministros digan a sus oyentes la verdad acerca de esta cuestión. Por tanto, no hay para sorprenderse de que muchos cristianos no conozcan el orden para la reunión de los cristianos para el culto y el ministerio.
4) Pasando el tiempo en la presencia del Señor en comunión con Él.
La Palabra de Dios dice: «Tu camino, oh Dios, está en el santuario» (Salmo. 77:13, JND). Por cuanto Su camino está «en el santuario», si queremos discernir cuál es, tendremos que estar allá con Él. Estar en Su santuario significa vivir en Su presencia en compañerismo y comunión con Él. La mente del Señor en cuanto a esas cosas nos será revelada cuando estemos en el secreto de Su presencia. «En tu luz veremos la luz» (Salmo. 36:9). No hay nada que pueda suplir la comunión con el Señor. Este magno privilegio de comunión con Él nos pertenece para gozar de él en todo momento, porque tenemos libre acceso a Su presencia mediante la oración. «Dichoso el hombre que me escucha, velando a mis puertas cada día, aguardando a los postes de mis puertas» (Proverbios. 8:34).
Nuestra única conclusión acerca de por qué tantos cristianos simplemente aceptan todo el orden de cosas existente en la profesión cristiana sin cuestionar nada es que debe faltar alguno o cada uno de estos importantes puntos. Nos preguntamos si la situación actual es como en los días de Jeremías, cuando dijo: «los profetas profetizaban al servicio de la mentira, y los sacerdotes dirigían a su arbitrio; y mi pueblo gustaba de esto» (Jeremías. 5:31).
Paul Wilson solía decir que si tenemos alguna dificultad en nuestra comprensión de algún pasaje de las Escrituras, ello se debe a una o todas de las siguientes tres causas:
1) No hemos leído el pasaje con atención.
2) Tenemos una idea preconcebida (o una enseñanza previa) acerca de esta cuestión que nos estorba de ver el verdadero sentido.
3) Nuestra voluntad está actuando de manera activa, y no queremos la verdad.
B. Anstey