1Sam 4 El juicio de Dios

Categoría de nivel principal o raíz: Antiguo Testamento
posted by: F Fournier

1 Samuel 4, El juicio de Dios inevitable

Léase por favor 1 Samuel 4

 

Nuestro capítulo empieza en nuestra traducción RV 1960 y también en la vieja versión con algo que nunca había entendido; “Y Samuel habló a todo Israel.”  Por primera vez esta mañana noté como se lee en una traducción mejor.  “Y Samuel se lo dijo a todo Israel.”  ¿Qué es lo que Samuel dijo a todo Israel?  Le rebelo sobre sobre el juicio venidero que Jehová haría sobre la casa de Elí cuando Samuel era niño. ¿Van a escuchar a un niño cuando el sacerdocio era tan corrupto?  Pues, quizás algunos.  Nos dice el capítulo anterior “Y Samuel creció, y Jehová estaba con él, y no dejó caer a tierra ninguna de sus palabras. Y todo Israel, desde Dan hasta Beerseba, conoció que Samuel era fiel profeta de Jehová.”  Pero si escuchaban sus palabras y reconocían que era profeta fiel de Jehová, el pueblo en general no se arrepentía, no cambiaba su forma de vivir, descuidando la adoración al único Dios verdadero.

 

“Los filisteos presentaron la batalla a Israel; y trabándose el combate, Israel fue vencido delante de los filisteos, los cuales hirieron en la batalla en el campo como a cuatro mil hombres.”  Ya que fueron así derrotados delante de sus enemigos, ¿llegarán al arrepentimiento?  No, todavía no.  “Cuando volvió el pueblo al campamento, los ancianos de Israel dijeron: ¿Por qué nos ha herido hoy Jehová delante de los filisteos?”  Hicieron la pregunta correcta y se dieron cuenta de lo que les había acontecido venia de Jehová.  Pero su conclusión no era para arrepentirse de los pecados tan graves del sacerdocio en que ellos participaban, menospreciando las ofrendas a Jehová.  No, de otra forma pensaron que su respuesta estaba en el símbolo de la presencia de Dios con ellos.  “Traigamos a nosotros de Silo el arca del pacto de Jehová, para que viniendo entre nosotros nos salve de la mano de nuestros enemigos.” ¿El arca los iba a salvar?  Me hace pensar de muchos que llevan crucifijo.  Están confiando en el símbolo, pero no en Jesucristo quien murió por nosotros sobre una cruz.  Gloriamos como el apóstol Pablo en la cruz, no por ser una pieza de madera, sino porque allí murió nuestro Salvador, y pago el precio de nuestra redención. 

 

“Aconteció que cuando el arca del pacto de Jehová llegó al campamento, todo Israel gritó con tan gran júbilo que la tierra tembló.”  Había mucha emoción; estaban bien convencidos que el arca iba a traerles buena suerte.  Pero no, así no sucedió, sino los filisteos quienes, quizás más que Israel se acordaron de las grandes obras de Jehová y se animaron para pelear con más fuerza. “Pelearon, pues, los filisteos, e Israel fue vencido, y huyeron cada cual a sus tiendas; y fue hecha muy grande mortandad, pues cayeron de Israel treinta mil hombres de a pie. Y el arca de Dios fue tomada, y muertos los dos hijos de Elí, Ofni y Finees.”  Por la palabra de Jehová hablado por la boca del joven Samuel, no iban los dos hijos de Eli escapar el juicio de Dios.  ¿Pero fuera necesario que cayesen también treinta mil hombres de Israel?  O, ¡si hubieran prestado atención al niño Samuel quien les había dicho del juicio venidero!  No fue necesario que ellos participasen en el juicio de la casa de Eli pero por su descuido de la palabra de Jehová, cayeron bajo el mismo juicio. 

 

En esta escena tan triste, hay dos rayos de luz.  Uno es el viejo sacerdote Eli, quien no dudaba del juicio que sabía que iba a caer sobre sus hijos.  No esperaba otra cosa.  Pero nos dice algo acerca de la piedad de este hombre, con todos sus fracasos con sus hijos; “Elí estaba sentado en una silla vigilando junto al camino, porque su corazón estaba temblando por causa del arca de Dios.”  En toda la tristeza de sus hijos y la nación corrupta, este viejo sacerdote ciego aun temblaba pensando del arca de Dios.  “también tus dos hijos, Ofni y Finees, fueron muertos, y el arca de Dios ha sido tomada. Y aconteció que cuando él hizo mención del arca de Dios, Elí cayó hacia atrás de la silla al lado de la puerta, y se desnucó y murió; porque era hombre viejo y pesado.”  No era la mención de la muerte de sus hijos que le dio tanto susto sino del arca de Dios en las manos de los filisteos paganos.

 

La otra cosa es la esposa de Finees, nuera de Eli.  No sabemos nada de ella ni siquiera su nombre, pero vemos que esta mujer que sufría con un marido mujeriego que adulteraba con las mujeres que venían al tabernáculo, indudablemente sufriendo siempre en su espíritu por el maltrato de su marido, también apreciaba el arca de Jehová.  “Y su nuera la mujer de Finees, que estaba encinta, cercana al alumbramiento… llamó al niño Icabod, diciendo: ¡Traspasada es la gloria de Israel! Por haber sido tomada el arca de Dios, y por la muerte de su suegro y de su marido.  Dijo, pues: Traspasada es la gloria de Israel; porque ha sido tomada el arca de Dios.”  Así aun en esta escena de tristeza, vemos que Dios tiene su testimonio y sus fieles, aunque sean desconocidos de casi todos.

F. Fournier