EL RENCOR Y EL PERDON
Algunos de ustedes saben que mi esposa ha estado cuidando a nuestros vecinos por varios años, una pareja anciana. La esposa (que falleció hace 18 meses) guardaba rencor contra los japoneses porque mataron a su hermano en la segunda guerra mundial. ¡Sesenta años de rencor que envenenaba su vida! Pero, no es necesario pensar de otras personas. Creo que cada uno de nosotros, si meditamos un poco, podemos pensar de alguien que quizás nos ha ofendido en alguna forma, y no ha sido fácil de perdonar. O acaso no hemos querido perdonar. Se da cuenta como nos afecta, ¿verdad? “Antes sed los unos con los otros benignos, misericordiosos, perdonándoos los unos á los otros, como también Dios os perdonó en Cristo.” Efesios 4:32 “Sufriéndoos los unos á los otros, y perdonándoos los unos á los otros si alguno tuviere queja del otro: de la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros.” Siempre el motivo del perdón para otros es el perdón que nosotros hemos recibido de Dios por amor a Cristo. Pero creo que es por falta de apreciar nuestras propias faltas y pecados contra Dios que nos flaqueza para que no demos perdón a los que acaso nos ofendan en una forma. Pongo el ejemplo que el Señor Jesús nos dio en Mateo 18. “Y comenzando á hacer cuentas, le fue presentado uno que le debía diez mil talentos….no pudiendo pagar….El señor, movido á misericordia de aquel siervo, le soltó y le perdonó la deuda.” ¿Quién puede dudar que nosotros somos los que tuvimos una deuda tan grande que nunca hubiéramos podido pagar? La deuda de nuestra ofensa contra Dios, tan inmensa y tan fea, Dios por amor de Cristo la perdonó todo. ¿Estamos agradecidos? Es probable que digamos ¡Claro que si! Pero notamos el siervo otra vez en Mateo 18; “Y saliendo aquel siervo, halló á uno de sus consiervos, que le debía cien denarios; y trabando de él, le ahogaba, diciendo: Págame lo que debes. Entonces su consiervo, postrándose á sus pies, le rogaba, diciendo: Ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo. Mas él no quiso; sino fue, y le echó en la cárcel hasta que pagase la deuda.” Yo antes pensaba que era de una vez que este siervo salio e hizo tal cosa. Pero después de meditar, pienso que podemos suponer que habían pasado varios años después de haber sido perdonado. Ya pasando el tiempo, uno se olvida poco a poco la misericordia que Dios nos ha mostrado. En la mente se nos desconecta la verdad que si Dios nos hubiera pagado así como nosotros merecíamos, ¡ay de nosotros! Pero guardamos rencor contra otros, porque no nos damos cuenta que estamos pagando mal por bien a Dios. Volviendo a la pareja anciana, nuestros vecinos por veinte cinco anos, no se si se puede decir que el rencor que guardaba esta señora contra los japoneses era el motivo porque nunca recibió al Señor Jesús como su salvador, y según lo que sabemos, murió en sus pecados. Pero podemos decir que el rencor siempre es dañina al que lo lleva. Es un veneno que hace uno infeliz y triste. “Entonces su señor, enojado, le entregó á los verdugos.” Mateo 18:34. Eso no quiere decir que el siervo perdonado perdió su salvación y fue al infierno. No, los verdugos vienen del interior de uno, haciéndolo pagar caro por su terquedad de no perdonar. Además, hace mucho daño en la asamblea. “Mirando bien que ninguno se aparte de la gracia de Dios, que ninguna raíz de amargura brotando os impida, y por ella muchos sean contaminados.” Hebreos 12:15. El apartar de la gracia, creo yo, es el olvidar lo que hemos sido perdonados, y por eso, no perdonar a otros. EL PERDON Léase por favor 2 Samuel 9, 19:24-30 Queridos jóvenes y amigos, “Entonces Pedro, llegándose á él, dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré á mi hermano que pecare contra mí? ¿hasta siete? Jesús le dice: No te digo hasta siete, mas aun hasta setenta veces siete.” Hace no tanto tiempo un hermano se nos explicó este versículo en una forma que me ayuda bastante. Pensamos que es una cosa difícil seguir perdonando cuando uno sigue haciendo la misma cosa. Pero, ¿Qué tal de nosotros mismos? ¿Cuántas veces hemos pecado el mismo pecado contra Dios, y hemos tenido que confesarlo? ¿Se cansa Dios de nosotros? Así el Señor aquí, diciendo setenta veces siete no esta poniendo un límite al perdón, así como Dios nos dice “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para que nos perdone nuestros pecados, y nos limpie de toda maldad.” “…como también Dios os perdonó en Cristo.” Efesios 4:32 Voy a poner el ejemplo mas profundo que veo en la escritura. Escribí de esto cuando estudiamos la vida de David, pero es tan poderoso el ejemplo que creo que vale la pena repetirlo aquí. En 2 Samuel 9 leemos la historia tan fuerte que nos habla de la gracia mostrado por David al cojo Mephi-boseth, hijo de Jonathan, amigo de David. (Si usted se siente frío en su corazón, sin un buen entendimiento del amor y de la gracia, léase por favor este capítulo para refrescar su alma.) Leemos en el capítulo 9 muy poco sobre los pensamientos de Mephi-boseth pues nada mas dijo “¿Quién es tu siervo, para que mires á un perro muerto como yo?” Pero leyendo mas adelante en el mismo libro de 2 Samuel, nos damos cuenta de cuan profundo era el amor y agradecimiento en el corazón de este hombre perdonado. Si conocemos la historia, David había huido de Jerusalén siendo perseguido por su propio hijo Absalom. Siba, el siervo de Mephi-boseth, fue enviado por el a David con asno cargados con provisiones, el mismo intentando ir a acompañar a David en su rechazo. Pero Siba, siendo un hombre malo que buscaba siempre su propia ventaja, vio una oportunidad de trastornar la mente de David en contra de Mephi-boseth. “Y Siba respondió al rey: He aquí él se ha quedado en Jerusalén, porque ha dicho: Hoy me devolverá la casa de Israel el reino de mi padre.” Esta calumnia contra Mephi-boseth era cien por ciento mentira. Pero por el momento David estaba convencido que era cierto. “Entonces el rey dijo á Siba: He aquí, sea tuyo todo lo que tiene Mephi-boseth.” Muy triste era que David creyó a Siba antes de averiguar la información en la boca de testigos fieles, y muchas veces así empieza el rencor y amargura entre amados hermanos, por la calumnia que tal vez no averigüemos. Pero siendo todo esto verdad, la maravilla para mi esta en el capítulo 19, cuando David volvió a Jerusalén. “También Mephi-boseth hijo de Saúl descendió á recibir al rey: no había lavado sus pies, ni había cortado su barba, ni tampoco había lavado sus vestidos, desde el día que el rey salió hasta el día que vino en paz.” Era intachable el amor y sinceridad de este hombre, pero David sigue con sus sospechas. “el rey le dijo: Mephi-boseth, ¿Por qué no fuiste conmigo?” Mephi-boseth hizo su explicación en palabras breves, sin enfocar mucho en la maldad del mentiroso Siba. “mi señor el rey es como un ángel de Dios: haz pues lo que bien te pareciere. Porque toda la casa de mi padre era digna de muerte delante de mi señor el rey, y tú pusiste á tu siervo entre los convidados de tu mesa. ¿Qué derecho pues tengo aún para quejarme más contra el rey?” Cuando Mephi-boseth primero experimentaba la gracia dijo que no era nada más que un perro muerto y no entendía porque David le extendió tal misericordia y gracia. Ahora, entiendo tal gracia y habiendo gozado de sentar día tras día en la presencia del rey, y habiendo perdido este privilegio por varios meses, nada mas le interesa que estar otra vez en la presencia del rey. Hubiera podido hablar largamente sobre la calumnia de Siba, y además echar muchas quejas como David había creído la mentira, pero no, nada de eso. “Y Mephi-boseth dijo al rey: Y aun tómelas él todas (las tierras, herencia de Mephi-boseth), pues que mi señor el rey ha vuelto en paz á su casa.” Espero que se entienda porque me parece que en esta historia vemos la ilustración mas profunda en la escritura del rencor (o la posibilidad de ello, pero no hubo) y el perdón.
EL PERDÓN EN EL GOBIERNO DE DIOS
Léase por favor Salmo 51 y después Salmo 32
El tema empezó con una pregunta sobre el rencor y el perdón, que es un tema muy importante por el bienestar entre hermanos, y además con los que están en el mundo que no son creyentes. Otra persona me ha hecho la pregunta si las cosas que hemos estudiado tienen que ver con el perdón para otros que no son hermanos en Cristo. Por el momento quiero contestar la pregunta del hermano que dijo que no podía perdonar a si mismo hasta que confesó su pecado a sus padres, a pesar de haber confesado el pecado al Señor. El tema que tenemos delante de nosotros es el tema de Dios en su gobierno aquí en el mundo. Hablamos de un perdón de pecados, no tanto perdón eternal (que cada uno que ha creído en Cristo como su Salvador tiene) sino el perdón gubernamental de Dios para restaurarnos a la comunión con El. El verso que justamente toca es bien conocido; “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para que nos perdone nuestros pecados, y nos limpie de toda maldad.” 1 Juan 1:9 Espero que se entienda que este versículo tiene que ver con nuestra vida diaria, no cuando llegamos al Señor Jesús buscando la salvación. ¿Cómo seria posible recordar los pecados de una vida? No, seguro que el Señor los conoce todos, y recibimos el perdón eternal. “Os escribo á vosotros, hijitos, porque vuestros pecados os son perdonados por su nombre.” 1 Juan 2:12 “Séaos pues notorio, varones hermanos, que por éste os es anunciada remisión de pecados.” Hechos 13:38. He citado dos salmos que creo que nos dan bastante ayuda en cuanto el gobierno de Dios y el perdón. David había pecado gravemente contra Jehová. Había tomado la mujer de otro hombre, y en realidad había matado a aquel hombre por la espada de otros. “A Uría Hetheo heriste á cuchillo, y tomaste por tu mujer á su mujer, y á él mataste con el cuchillo de los hijos de Ammón.” 2 Samuel 12:9 Vemos en el Salmo 32 que primeramente trató de ignorar su pecado, pero no era posible. “Mientras callé, envejeciéronse mis huesos en mi gemir todo el día. Porque de día y de noche se agravó sobre mí tu mano; volviose mi verdor en sequedades de estío.” Yo pienso que estos pensamientos le pasaron la mente antes de que el profeta Nathán viniera para decirle la parábola. Pero cayó la boca por no confesar su pecado, y el resultado era una miseria interna e inaguantable, y no podía callar más. “Mi pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad. Confesaré, dije, contra mí mis rebeliones á Jehová; Y tú perdonaste la maldad de mi pecado.” El Salmo 51 nos da la profundidad de su arrepentimiento ante el Señor y creo que nos hará bien leerlo. Volviendo a la pregunta del hermano que se seguía sintiendo culpable después de haber confesado su pecado al Señor, creo que notamos que David reconoció la tendencia de no sentir perdonado. “Hazme oír gozo y alegría; Y se recrearán los huesos que has abatido.” “Vuélveme el gozo de tu salvación…” En realidad, para tener la paz, simplemente tenemos que creer a Dios, pues nos ha dicho que es “fiel y justo para que nos perdone nuestros pecados.” El hermano dijo que tuvo que confesar su pecado a sus padres para sentir la paz. Bueno, no se de que clase era su pecado, y a veces es bueno que confesemos a otros, especialmente cuando el pecado es contra ellos. Santiago nos dice “Confesaos vuestras faltas unos á otros, y rogad los unos por los otros, para que seáis sanos; la oración del justo, obrando eficazmente, puede mucho.” Pienso (y alguien me corrige por favor si estoy equivocado) que el pecado de que se habla aquí es un pecado especifico que esta en la conciencia de uno que ha resultado en el gobierno de Dios y la enfermedad consecuente. En general, es mejor no contaminar a otros con los pecados que hemos cometido contra Dios; acaso pensamientos inmundos, rencores en el corazón contra otros que no han salido en hechos malos, estas cosas confesamos al Señor para ser restaurados en la comunión, no las confesamos a otros pues esto puede contaminar a ellos también. Es cierto que a veces tomamos el pecado muy a la ligera, y no hay un profundo arrepentimiento. Pero en estas ocasiones, es bueno hacer como David hizo en el Salmo 51, cuando abrió todo su corazón a Jehová para no ocultar nada. “Porque yo reconozco mis rebeliones; Y mi pecado está siempre delante de mí.” Pero al fin David podía decir “Bienaventurado aquel cuyas iniquidades son perdonadas, y borrados sus pecados. Bienaventurado el hombre á quien no imputa Jehová la iniquidad, y en cuyo espíritu no hay superchería.” Bienaventurado quiere decir felicidad y tranquilidad. Si David podía experimentar el perdón así sin conocer de la justicia de Dios por los sufrimientos de Cristo en la cruz, cuanto más nosotros en el día de la gracia, después de la cruz y toda la revelación de Dios en Cristo.
EL PERDÓN ENTRE HERMANOS
Ya que hemos empezado el tema del perdón, han nacido dos preguntas más que tienen que ver con el mismo tema, pero algo diferente. Una tiene que ver con el perdón de pecados en el gobierno de Dios en nuestra vida diaria, como ya siendo perdonados eternamente por la gracia de Dios, en la justicia que se nos ofrece la obra consumada de Cristo en la cruz. Un hermano dijo que aunque confesó su pecado al Señor “a pesar de haber confesado al Señor mi falta pero no había podido perdonarme a mi mismo.” La otra pregunta tiene que ver con el hombre en Mateo 9:2, si era perdonado eternalmente o solo perdonado por el pecado que había resultado en su enfermedad. Pienso que vale la pena meditar en estos dos ejemplos, pero los vamos a dejar para otra semana, para terminar con el tema en que empezamos hace tres semanas, el rencor y el perdón. “Por tanto, si trajeres tu presente al altar, y allí te acordares de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu presente delante del altar, y vete, vuelve primero en amistad con tu hermano, y entonces ven y ofrece tu presente.” Mateo 5:23-24 “Por tanto, si tu hermano pecare contra ti, ve, y redargúyele entre ti y él solo: si te oyere, has ganado á tu hermano.” Mateo 18:15 Espero que se nota la diferencia en estas dos exhortaciones del Señor Jesús, ambos en el libro de Mateo. En el primer caso, tú has ofendido a tu hermano en alguna forma. En el segundo caso, tu hermano te ha ofendido a ti. Pero, ¿se nota la exhortación? En el caso uno “vete” y en el caso dos “ve”. Es mucho más probable que digamos “si mi hermano tiene algo en contra de mi persona, debe venir y decirme.” Pero las Escrituras dicen otra cosa. En todo caso, nosotros tenemos la responsabilidad de buscar la reconciliación, sea lo que sea el caso, sea quien sea el ofendido o el que ha hecho la ofensa. Creo que es en este punto que tantas veces nos encontramos en problemas que llegan a ser “la raíz de amargura” que mencionamos la semana pasada. Es porque estamos esperando que el otro tome el primer paso; que el llegue para confesar su falta, o para decirnos la falta nuestra. Pero no es así hermanos y si queremos ser obedientes a la Escritura, no podemos echar la culpa por la falta de reconciliación en el otro. Recién en mi viaje a la Republica Dominicana, estábamos conversando sobre Romanos 12. “No paguéis á nadie mal por mal; procurad lo bueno delante de todos los hombres. Si se puede hacer, cuanto está en vosotros, tened paz con todos los hombres.” La pregunta era “¿por que dice si se puede hacer? ¿No debe ser posible siempre tener paz con todos los hombres?” Se añadió la pregunta sobre lo que sigue en Mateo 18:17 “Y si no oyere á ellos, dilo á la iglesia: y si no oyere á la iglesia, tenle por étnico y publicano.” Yo pienso que casi siempre, cuando hay una humildad en nosotros buscando la reconciliación con nuestros hermanos, debe ser posible tener paz entre nosotros. Pero me parece que la Escritura reconoce la debilidad de nuestros caracteres defectuosos, que acaso no siempre pueden llegar a un acuerdo. Hay por lo menos un hermano con quien yo no he logrado comunicar bien. El tiene cierto pensamiento en cuanto a mi persona, y por tanto que he intentado, y también la asamblea, no ha sido fácil llegar a un entendimiento. Siendo el caso así, he tenido que evitar la conversación con este hermano para no ofenderle. Lo saludo cuando nos vemos en la asamblea, pero no conversamos. Eso no es nada que me gusta y prefiero que sea diferente. Pero creo que es por eso la Escritura nos dice, “si se puede.” Así que, hermanos, las relaciones humanas son muy importantes para el funcionamiento del cuerpo de Cristo. La Biblia nos da harto enseñanza, y siempre el motivo del ejemplo de Cristo. “Y finalmente, sed todos de un mismo corazón, compasivos, amándoos fraternalmente, misericordiosos, amigables; No volviendo mal por mal, ni maldición por maldición, sino antes por el contrario, bendiciendo; sabiendo que vosotros sois llamados para que poseáis bendición en herencia.” 1 Pedro 3:9
EL PERDÓN Y EL TRATAMIENTO DE LOS INCONVERSOS
En este estudio quiero tocar otra pregunta de cómo debemos tratar a los inconversos en cuanto el perdón. Es posible que no haya entendido bien la pregunta o su contexto, pues el que me escribió no me dio detalles. Aquí les cito la pregunta: “¿Como debe manejar uno esto del perdón con un inconverso(alguien que no es hermano) porque hay hermanos que dicen que ellos han sacudido sus pies y no querer tener mas relación aun con familiares porque los ofenden cada vez que pueden, ¿como nos manda ó que debemos hacer como cristianos, sacudir nuestros pies ó perdonar 70 veces siete?” Leí la pregunta a mi esposa y ella de una vez pensaba de este versículo en Mateo 11:29 “Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas.” Al Señor Jesucristo le trataron de insultar y ofender cada vez que podían, pero porque el era manso y humilde de corazón, no tomaba ofensa. Me acuerdo como en Juan 8:48, tratando de ofenderle “Respondieron entonces los Judíos, y dijéronle: ¿No decimos bien nosotros, que tú eres Samaritano, y tienes demonio?” Note que al llamarle Samaritano, era un insulto personal, pero se nota ahora como el Señor contestó “Respondió Jesús: Yo no tengo demonio, antes honro á mi Padre; y vosotros me habéis deshonrado.” ¿Por qué no habló de no ser Samaritano? Pues, este insulto era personal, y eso podía dejar a un lado, pero de decir que el tenia demonio era deshonra a Dios su padre que le había enviado. Pero acaso la clave del comportamiento del Señor Jesús esta en el verso siguiente “Y no busco mi gloria: hay quien la busque, y juzgue.” Pienso que muchas veces tropezamos sobre este punto porque no somos humildes de corazón y en realidad buscamos nuestra propia gloria. En cuanto la diferencia entre el tratamiento con los inconversos y con los hermanos, la escritura tiene bastante para decirnos que hay mucha responsabilidad para con los inconversos. Del Señor Jesús le acusaron en Lucas 15 “Y murmuraban los Fariseos y los escribas, diciendo: Este á los pecadores recibe, y con ellos come.” Pero a nosotros como creyentes, cuando habla de hermanos que andan mal en pecado nos dice en 1 Corintios 5:11 “que no os envolváis, es á saber, que si alguno llamándose hermano fuere fornicario, ó avaro, ó idólatra, ó maldiciente, ó borracho, ó ladrón, con el tal ni aun comáis.” Hablando del que quiere ejercitarse en la administración en la asamblea dice de tal en 1 Timoteo 3:7 “También conviene que tenga buen testimonio de los extraños, porque no caiga en afrenta y en lazo del diablo.” Los extraños en este versículo son los inconversos con los cuales tenemos que caminar día tras día, pero nos están mirando para ver si somos diferentes de ellos en nuestra conducta. 1 Pedro 3:1 enseña a las mujeres que tienen maridos inconversos, “vosotras, mujeres, sed sujetas á vuestros maridos; para que también los que no creen á la palabra, sean ganados sin palabra por la conversación de sus mujeres.” La cuestión de sacudir nuestros pies, pienso yo, casi nunca se aplica. Esta instrucción era para los discípulos que salieron a predicar el reino de Dios, el rey siendo el Mesías de los Judíos, y el mismo Señor Jesucristo. Ellos como nación tuvieron la responsabilidad de escuchar a los discípulos y recibir su testimonio acerca de la veracidad y los credenciales del hijo de Dios e hijo de David que vino cumpliendo todas las profecías del antiguo testamento. “Mas en cualquier ciudad donde entrareis, y no os recibieren, saliendo por sus calles, decid: Aun el polvo que se nos ha pegado de vuestra ciudad á nuestros pies, sacudimos en vosotros: esto empero sabed, que el reino de los cielos se ha llegado á vosotros. Y os digo que los de Sodoma tendrán más remisión aquel día, que aquella ciudad.” Lucas 10:10-12. Este juicio tenia que ver justamente con el juicio de Dios sobre la nación desobediente de Israel. El tiempo de arrepentirse para ellos estaba acabando. Pero hablando del día de la gracia, leemos “El Señor….es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento.” 2 Pedro 3:9
F. Fournier